Hoy, a los 76 años de edad, falleció Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García-Menocal, Vicario de La Habana y una de las máximas figuras de la Iglesia Católica en Cuba.
Descendiente de dos de las más importantes familias cubanas, Carlos Manuel de Céspedes destacó por su labor humanista a lo largo de su carrera, tras ser ordenado sacerdote en Roma en 1961.
No era necesario ser católico, siquiera asumir actos de fe, para reconocer la valía de este hombre, quien dedicó su vida a servir a sus hermanos y construir puentes de diálogo entre generaciones e ideologías.
Barrios como Santa Fé, Punta Brava y Guatao, todos en la capital cubana, tuvieron la suerte de contar con su presencia. Allí, seguramente, será recordado de manera especial. Porque fue en esos sitios donde con más pureza vertió todo el amor por el prójimo.
Tampoco cabe duda que las aulas del Seminario de La Habana sentirán su ausencia, pues allí dejó su huella de manera especial. Cuba, en general, pierde hoy a un humanista de altos kilates, un hombre convencido en que el diálogo y el respeto a la otredad son un camino insoslayable, uno de esos hombres imprescindibles para construir una Patria a la medida de su gente.
Hace poco menos de dos años, en la primera edición de nuestra revista impresa (marzo de 2012), OnCuba conversó con Monseñor Carlos Manuel de Céspedes. En homenaje a este gran hombre reproducimos hoy dicha entrevista.
Hacer honor a su nombre: Caridad
Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García Menocal, vicario general de La Habana, tiene dos famas sobradamente ganadas: la de ser un hombre íntegro y un fabuloso conversador. Descendiente de Carlos Manuel de Céspedes, considerado el Padre de la Patria cubana, es, sobre todo, una de las personalidades más descollantes de la cultura cubana del último medio siglo. Esta entrevista, por más breve que sea, lo confirma: en pocas páginas muestra su ingenio, erudición y fe, volcadas todas en una única pasión: Cuba.
Hace 400 años, la imagen de la Virgen de la Caridad se encontró por trabajadores pobres, de Cuba. Esa es una metáfora hermosa sobre cómo el pueblo cubano encuentra la imagen de la virgen que será después Patrona de Cuba. ¿Qué más puede contarnos sobre ese encuentro?
Es una hermosa metáfora con una historia compleja.
En el siglo XVII, el cardenal Cisneros organizó una red de pequeños hospitales de caridad en los caminos de España, y en todos ellos había una imagen que decía: Nuestra Señora de la Caridad.
Dicen que antes del encuentro de la imagen de la Caridad en Cuba, la Virgen había llegado a la Isla en manos de un hombre que iba en un barco español que naufragó. Él fue acogido por una comunidad indígena, y aquella imagen —que no se conserva— comenzó a venerarse como un tótem indio y a expandirse una adoración a la Virgen sin saber que era la Virgen de la Caridad.
De esa forma, el encuentro de la imagen en Cuba, por los trabajadores que iban a buscar sal y el muchachito que los acompañaba, no cayó en tierra extraña.
La imagen fue llevada por corto tiempo a Barajagua y enseguida al lugar donde se encuentran las minas del Cobre. A partir de ahí comenzó toda una historia para que fuera admitido el culto a la Virgen de Nuestra Señora de la Caridad, a la cual enseguida se añadió del Cobre, por el nombre del pueblo.
Otro tema muy curioso, que no se trata mucho, es la composición material de la imagen y su significado. Hace unos veinte años el entonces arzobispo de Santiago de Cuba mandó a restaurar la imagen de la Virgen y, para asombro del restaurador, se encontró que la cara no era de madera, sino de una pasta dura y barnizada que le pareció de maíz. Eso apunta que la imagen no fue hecha en España sino en México o en Centroamérica; y probablemente provino de un barco que iba o regresaba de México a España y que se había hundido por ese lugar.
Está muy claro que la imagen de la Virgen apareció en Cuba en el lugar donde se dice, y que esa es la misma que está hoy en el Santuario del Cobre; pero respecto a su origen hay cosas que no sabemos bien.
Para entender el culto a la Virgen de la Caridad es útil, para quienes no tengan formación religiosa, conocer el papel de la Virgen María en la misión de la Iglesia.
Para nosotros la Virgen María es una mujer elegida por Dios para ser la madre de Jesucristo y, por ello, está adornada con caracteres espirituales especiales. Su misión no es solo haber criado a Jesucristo, como cualquier madre cría a su hijo, sino el de acompañarlo a él y a los apóstoles. Para nosotros María es una Santa, una persona humana, no un Dios, por lo tanto no la adoramos —se adora solo a Dios—, pero la veneramos de un modo muy especial. Ella es más que cualquier otro santo por la gracia que tuvo y por su cercanía con Jesús.
María, en la advocación del Cobre, tiene también veneración en religiones cubanas de origen africano. Además, los primeros esclavos liberados, que eran de la zona del Cobre, le dieron gracias precisamente a la Virgen por su liberación.
Yo no sé cómo la Virgen de la Caridad fue sincretizándose con Oshún; y creo que no lo sabe nadie. Esa sincretización es puramente visual, porque como contenido, como concepto, no tienen nada que ver. Oshún es la Venus de la religión yoruba; la mujer sensual, la que conquista; y la Virgen todo lo contrario. Muchas personas sostienen la hipótesis de que fue por la belleza, porque no había ninguna otra imagen cristiana tan hermosa, y como Oshún era la más hermosa de las mujeres del pateón yoruba, pues la Virgen resultó Oshún.
Se dice que Carlos Manuel de Céspedes necesitó un pedazo de tela azul para la bandera cubana y la tomó del dosel de la Virgen que estaba en su casa. También Maceo, cuando lo bautizan, recibe como uno de sus nombres el de Nuestra Señora de la Caridad. Esas han sido grandes figuras de nuestra historia, pero ¿qué cree usted que se deben reciprocamente el culto a la Virgen de la Caridad y el patriotismo popular cubano?
Yo creo que la devoción a la Virgen de la Caridad ha sido una vía unitiva, congregante, en Cuba, más allá de las diferencias de cualquier otro tipo. Ese es el sentido de la donación que hace Hemingway de la medalla de su Premio Nobel al Santuario del Cobre, como una manera de entregarlo al pueblo cubano.
Recuerda que a los cubanos no los dejaron ir a la toma de Santiago de Cuba cuando la guerra se acabó en 1898. Entonces fueron al Cobre y celebraron allí la independencia.
En la República, por la gestión de América Arias, se nombró a una parroquia de La Habana Nuestra Señora de la Caridad. Luego, Mariana Seva –esposa de Mario García Menocal–, con la petición y firma de los veteranos mambises, solicitó el nombramiento de la Virgen como Patrona de Cuba. En esa época, hacia 1915, Benedicto XV hace la proclamación.
Por eso la devoción a la Virgen de la Caridad está ligada a la España de fines de la Edad Media y de principios de los siglos XVI y XVII, al desarrollo de la nacionalidad cubana en el XVII y XVIII, y también a las luchas por la independencia cubana.
Benedicto XV proclamó a la Virgen de la Caridad Patrona de Cuba y ahora Benedicto XVI viene a la Isla a los 400 años de su encuentro. ¿Cómo vive usted la próxima visita del Papa?
La visita del Papa a un país es siempre un apoyo, un gozo grande, aunque tenga una línea de teología que no es la que más compartas, porque ello es independiente del reconocimiento de su autoridad en la iglesia. No se puede dejar de reconocer esa especie de amor, de cariño, de simpatía hacia él. Por eso siempre es un goce tenerlo en tu país.
Además, hay posibilidades de que en la misa de La Habana el Papa proclame venerable al Padre Félix Varela. Eso abre el paso a que, cuando se reconozca su realización de un milagro, sea declarado beato; aunque, como dice un amigo, podría decirse, metafóricamente, que el Padre Félix Varela ya tiene un milagro: Cuba.
¿Cree que hay un mensaje de la Virgen para esta hora actual de Cuba?
Sería siempre la unidad, hacer para lo cubanos el honor a su nombre: Caridad. Eso es amor fraterno y sereno, unidad, confianza, optimismo, renuncia a la confrontación. Es todo lo que tiene que ver con la devoción a la Virgen de la Caridad, y ese sería el mensaje.
ESTA ENTREVISTA LA REALIZÓ JULIO CÉSAR GUANCHE EN LA PARROQUIA DE SAN AGUSTÍN, DONDE VIVÍA EL PADRE CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES, UBICADA EN EL MUNICIPIO PLAYA, LA HABANA. On Cuba
Descendiente de dos de las más importantes familias cubanas, Carlos Manuel de Céspedes destacó por su labor humanista a lo largo de su carrera, tras ser ordenado sacerdote en Roma en 1961.
No era necesario ser católico, siquiera asumir actos de fe, para reconocer la valía de este hombre, quien dedicó su vida a servir a sus hermanos y construir puentes de diálogo entre generaciones e ideologías.
Barrios como Santa Fé, Punta Brava y Guatao, todos en la capital cubana, tuvieron la suerte de contar con su presencia. Allí, seguramente, será recordado de manera especial. Porque fue en esos sitios donde con más pureza vertió todo el amor por el prójimo.
Tampoco cabe duda que las aulas del Seminario de La Habana sentirán su ausencia, pues allí dejó su huella de manera especial. Cuba, en general, pierde hoy a un humanista de altos kilates, un hombre convencido en que el diálogo y el respeto a la otredad son un camino insoslayable, uno de esos hombres imprescindibles para construir una Patria a la medida de su gente.
Hace poco menos de dos años, en la primera edición de nuestra revista impresa (marzo de 2012), OnCuba conversó con Monseñor Carlos Manuel de Céspedes. En homenaje a este gran hombre reproducimos hoy dicha entrevista.
Hacer honor a su nombre: Caridad
Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García Menocal, vicario general de La Habana, tiene dos famas sobradamente ganadas: la de ser un hombre íntegro y un fabuloso conversador. Descendiente de Carlos Manuel de Céspedes, considerado el Padre de la Patria cubana, es, sobre todo, una de las personalidades más descollantes de la cultura cubana del último medio siglo. Esta entrevista, por más breve que sea, lo confirma: en pocas páginas muestra su ingenio, erudición y fe, volcadas todas en una única pasión: Cuba.
Hace 400 años, la imagen de la Virgen de la Caridad se encontró por trabajadores pobres, de Cuba. Esa es una metáfora hermosa sobre cómo el pueblo cubano encuentra la imagen de la virgen que será después Patrona de Cuba. ¿Qué más puede contarnos sobre ese encuentro?
Es una hermosa metáfora con una historia compleja.
En el siglo XVII, el cardenal Cisneros organizó una red de pequeños hospitales de caridad en los caminos de España, y en todos ellos había una imagen que decía: Nuestra Señora de la Caridad.
Dicen que antes del encuentro de la imagen de la Caridad en Cuba, la Virgen había llegado a la Isla en manos de un hombre que iba en un barco español que naufragó. Él fue acogido por una comunidad indígena, y aquella imagen —que no se conserva— comenzó a venerarse como un tótem indio y a expandirse una adoración a la Virgen sin saber que era la Virgen de la Caridad.
De esa forma, el encuentro de la imagen en Cuba, por los trabajadores que iban a buscar sal y el muchachito que los acompañaba, no cayó en tierra extraña.
La imagen fue llevada por corto tiempo a Barajagua y enseguida al lugar donde se encuentran las minas del Cobre. A partir de ahí comenzó toda una historia para que fuera admitido el culto a la Virgen de Nuestra Señora de la Caridad, a la cual enseguida se añadió del Cobre, por el nombre del pueblo.
Otro tema muy curioso, que no se trata mucho, es la composición material de la imagen y su significado. Hace unos veinte años el entonces arzobispo de Santiago de Cuba mandó a restaurar la imagen de la Virgen y, para asombro del restaurador, se encontró que la cara no era de madera, sino de una pasta dura y barnizada que le pareció de maíz. Eso apunta que la imagen no fue hecha en España sino en México o en Centroamérica; y probablemente provino de un barco que iba o regresaba de México a España y que se había hundido por ese lugar.
Está muy claro que la imagen de la Virgen apareció en Cuba en el lugar donde se dice, y que esa es la misma que está hoy en el Santuario del Cobre; pero respecto a su origen hay cosas que no sabemos bien.
Para entender el culto a la Virgen de la Caridad es útil, para quienes no tengan formación religiosa, conocer el papel de la Virgen María en la misión de la Iglesia.
Para nosotros la Virgen María es una mujer elegida por Dios para ser la madre de Jesucristo y, por ello, está adornada con caracteres espirituales especiales. Su misión no es solo haber criado a Jesucristo, como cualquier madre cría a su hijo, sino el de acompañarlo a él y a los apóstoles. Para nosotros María es una Santa, una persona humana, no un Dios, por lo tanto no la adoramos —se adora solo a Dios—, pero la veneramos de un modo muy especial. Ella es más que cualquier otro santo por la gracia que tuvo y por su cercanía con Jesús.
María, en la advocación del Cobre, tiene también veneración en religiones cubanas de origen africano. Además, los primeros esclavos liberados, que eran de la zona del Cobre, le dieron gracias precisamente a la Virgen por su liberación.
Yo no sé cómo la Virgen de la Caridad fue sincretizándose con Oshún; y creo que no lo sabe nadie. Esa sincretización es puramente visual, porque como contenido, como concepto, no tienen nada que ver. Oshún es la Venus de la religión yoruba; la mujer sensual, la que conquista; y la Virgen todo lo contrario. Muchas personas sostienen la hipótesis de que fue por la belleza, porque no había ninguna otra imagen cristiana tan hermosa, y como Oshún era la más hermosa de las mujeres del pateón yoruba, pues la Virgen resultó Oshún.
Se dice que Carlos Manuel de Céspedes necesitó un pedazo de tela azul para la bandera cubana y la tomó del dosel de la Virgen que estaba en su casa. También Maceo, cuando lo bautizan, recibe como uno de sus nombres el de Nuestra Señora de la Caridad. Esas han sido grandes figuras de nuestra historia, pero ¿qué cree usted que se deben reciprocamente el culto a la Virgen de la Caridad y el patriotismo popular cubano?
Yo creo que la devoción a la Virgen de la Caridad ha sido una vía unitiva, congregante, en Cuba, más allá de las diferencias de cualquier otro tipo. Ese es el sentido de la donación que hace Hemingway de la medalla de su Premio Nobel al Santuario del Cobre, como una manera de entregarlo al pueblo cubano.
Recuerda que a los cubanos no los dejaron ir a la toma de Santiago de Cuba cuando la guerra se acabó en 1898. Entonces fueron al Cobre y celebraron allí la independencia.
En la República, por la gestión de América Arias, se nombró a una parroquia de La Habana Nuestra Señora de la Caridad. Luego, Mariana Seva –esposa de Mario García Menocal–, con la petición y firma de los veteranos mambises, solicitó el nombramiento de la Virgen como Patrona de Cuba. En esa época, hacia 1915, Benedicto XV hace la proclamación.
Por eso la devoción a la Virgen de la Caridad está ligada a la España de fines de la Edad Media y de principios de los siglos XVI y XVII, al desarrollo de la nacionalidad cubana en el XVII y XVIII, y también a las luchas por la independencia cubana.
Benedicto XV proclamó a la Virgen de la Caridad Patrona de Cuba y ahora Benedicto XVI viene a la Isla a los 400 años de su encuentro. ¿Cómo vive usted la próxima visita del Papa?
La visita del Papa a un país es siempre un apoyo, un gozo grande, aunque tenga una línea de teología que no es la que más compartas, porque ello es independiente del reconocimiento de su autoridad en la iglesia. No se puede dejar de reconocer esa especie de amor, de cariño, de simpatía hacia él. Por eso siempre es un goce tenerlo en tu país.
Además, hay posibilidades de que en la misa de La Habana el Papa proclame venerable al Padre Félix Varela. Eso abre el paso a que, cuando se reconozca su realización de un milagro, sea declarado beato; aunque, como dice un amigo, podría decirse, metafóricamente, que el Padre Félix Varela ya tiene un milagro: Cuba.
¿Cree que hay un mensaje de la Virgen para esta hora actual de Cuba?
Sería siempre la unidad, hacer para lo cubanos el honor a su nombre: Caridad. Eso es amor fraterno y sereno, unidad, confianza, optimismo, renuncia a la confrontación. Es todo lo que tiene que ver con la devoción a la Virgen de la Caridad, y ese sería el mensaje.
ESTA ENTREVISTA LA REALIZÓ JULIO CÉSAR GUANCHE EN LA PARROQUIA DE SAN AGUSTÍN, DONDE VIVÍA EL PADRE CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES, UBICADA EN EL MUNICIPIO PLAYA, LA HABANA. On Cuba
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