David Brooks
Periódico La Jornada, Martes 11 de febrero de 2014, p. 36
Nueva York, 10 febrero.
Un coro sorprendente de figuras de la política estadunidense hacia Cuba –que incluye al empresario cubano-estadunidense tal vez más poderoso y al candidato demócrata a la gubernatura de Florida– muestra en los últimos días que se necesita una nueva canción en la relación bilateral, lo cual genera especulación sobre si habrá un mayor giro en la estrategia de Washington hacia la isla.
Cuando se reveló hace pocos días que Alfonso Fanjul no sólo había visitado su país natal, sino que consideraba la posibilidad de invertir ahí, se desató un temblor político para los defensores del bloqueo impulsado por la Casa Blanca contra Cuba durante más de medio siglo.
Fanjul, poderoso magnate del azúcar en Estados Unidos y exiliado cubano, cuya familia ha sido uno de los pilares de la élite cubano-estadunidense durante medio siglo, ha financiado la carrera política de varias figuras prominentes de los dos partidos (Alfonso es más cercano a los demócratas, sobre todo a los Clinton; su hermano José es más republicano, que apoya a figuras como el senador Marco Rubio, entre otros).
El empresario se trasladó a su país de origen en un par de visitas recientes patrocinadas por la Institución Brookings, con sede en Washington, y expresó al diarioWashington Post que deseaba buscar maneras de reunificar a la familia cubana de la diáspora y de la isla, y que estaba abierto a invertir en Cuba bajo las circunstancias correctas, donde haya un arreglo dentro de Cuba y Estados Unidos y se pueda hacer legalmente.
Pero Fanjul no es el único que ha provocado sorpresa.
Pocos días después, el candidato demócrata a la gubernatura de Florida (y ex gobernador de ese estado), Charlie Crist, se manifestó contra el bloqueo a Cuba, algo que hasta ahora casi ningún político de ese estado estaría dispuesto a declarar en público.
Afirmó que el bloqueo “no ha hecho nada en más de 50 años para cambiar el régimen en Cuba’’. Argumentó que si queremos llevar la democracia a Cuba, necesitamos alentar valores e inversiones estadunidenses ahí, no obstaculizarnos y ceder influencia a China. Florida, agregó, es el estado más dañado por el bloqueo y un cambio beneficiaría la economía estatal.
Otras voces se han sumado a ese coro en días recientes. Jorge Pérez, hombre de negocios cubano-estadunidense de amplia influencia en Miami, propuso un mayor intercambio entre artistas de Cuba y Miami, mientras que otro empresario cubano-estadunidense y ex embajador en Bélgica, Paul Cejas, dijo que era tiempo de cambiar la política y proceder diplomáticamente con La Habana, reportó El Nuevo Herald.
Todo esto refleja un cambio que ha avanzado lentamente durante años, en parte nutrido por el giro generacional dentro de la comunidad cubano-estadunidense en Miami, donde hasta la Fundación Nacional Cubano-Estadunidense, por décadas la organización que se encargaba de mantener las políticas del bloqueo, ha suavizado su postura y cuyo presidente, Pepe Hernández, no censuró las declaraciones de Fanjul.
Más allá de esa comunidad, una amplia gama de figuras de ambos partidos, así como la cúpula empresarial estadunidense, han sugerido a lo largo de los últimos años cambios y hasta la normalización de relaciones con Cuba, reflejando la opinión pública mayoritaria en este país.
El propio Barack Obama ha aludido, de manera ambigua, pero constante, a la necesidad de un cambio desde que inició su mandato; la más reciente ocurrió el pasado noviembre en Miami, donde declaró que tenemos que actualizar nuestra política hacia la isla.
Vale recordar que Obama sí aflojó restricciones de viajes y envío de remesas, y ha entablado negociaciones sobre asuntos de migración con el gobierno cubano. Ambos mandatarios han expresado su voluntad para ampliar pláticas en otros rubros. Estos avances han sido obstaculizados por la renuencia del propio Obama a evaluar el caso de los llamados ‘‘cinco de Cuba’’, debido a la situación del estadunidense Alan Gross, encarcelado por violar leyes cubanas.
Todo esto provoca reacciones casi histéricas de defensores del bloqueo, algo que se intensificó con las declaraciones recientes de Fanjul. La influyente representante federal cubano-estadunidense Ileana Ros-Lehtinen denunció como vergonzosa la posición del multimillonario. “Es patético que un magnate cubano-estadunidense… se disponga a dar a los hampones comunistas más dinero con que reprimir”, afirmó.
Su colega legislador Mario Díaz-Balart dijo estar indignado por las palabras de Fanjul, y el senador Rubio, más cauteloso, sólo se atrevió a decir, a través de un vocero, que estaba decepcionado.
Para José Pertierra, abogado, analista y veterano de algunas de las pugnas más relevantes en la relación bilateral, las declaraciones recientes de figuras tan prominentes es respuesta –parte pragmática, parte oportunista– a un giro aún no definido de la política de Was-hington hacia Cuba.
En entrevista con La Jornada, Pertierra consideró que lo de Fanjul y otras expresiones recientes es parte de un cambio que la Casa Blanca quiere que ocurra y con ello surgen nuevas voces de la comunidad cubanoestadunidense que apoyan ese cambio en política.
Disputando la afirmación de que la política hacia Cuba se define en Miami, Pertierra argumentó que los anticastristas gozan de un poder prestado porquesiempre, la política hacia Cuba fue dirigida desde la Casa Blanca y ellos emplearon a cubanoestadunidenses para apoyar esa política. Entonces, agregó, “ahora ocurre lo opuesto: la Casa Blanca no quiere levantar el bloqueo necesariamente, pero sí relajar, normalizar algunas cosas, para lo cual busca voces, y las encuentra, que apoyen ese cambio.
Estos son cubanoestadunidenses, pero con acento sobre lo estadunidense, que están siguiendo sus intereses. Fanjul es figura política, pero es un empresario y ve oportunidades en Cuba, explica Pertierra. Le conviene comercialmente, pero ahora también políticamente.
Pertierra dice que todo esto indica que “ya hemos pasado la página de la guerra fría, salvo para los individuos en Miami en que el apoyo al bloqueo es una industria”, o sea, los que se benefician con los millones de dólares que el gobierno estadunidense invierte en mantener el bloqueo.
Hay un giro, indudablemente, en la Casa Blanca y en Florida para tratar de normalizar las relaciones con Cuba. Lo que yo todavía no estoy convencido de que hay es la voluntad política para llevar a ese giro hasta el final, resumió.
Pero este giro abre las puertas a más expresiones a favor. Pertierra comenta queel clóset más grande que hay en Estados Unidos, y en Miami, es donde están todos los que quieren una relación normal con Cuba pero tienen miedo de salir a decirlo, y ahora se pueden asomar.
Periódico La Jornada, Martes 11 de febrero de 2014, p. 36
Nueva York, 10 febrero.
Un coro sorprendente de figuras de la política estadunidense hacia Cuba –que incluye al empresario cubano-estadunidense tal vez más poderoso y al candidato demócrata a la gubernatura de Florida– muestra en los últimos días que se necesita una nueva canción en la relación bilateral, lo cual genera especulación sobre si habrá un mayor giro en la estrategia de Washington hacia la isla.
Cuando se reveló hace pocos días que Alfonso Fanjul no sólo había visitado su país natal, sino que consideraba la posibilidad de invertir ahí, se desató un temblor político para los defensores del bloqueo impulsado por la Casa Blanca contra Cuba durante más de medio siglo.
Fanjul, poderoso magnate del azúcar en Estados Unidos y exiliado cubano, cuya familia ha sido uno de los pilares de la élite cubano-estadunidense durante medio siglo, ha financiado la carrera política de varias figuras prominentes de los dos partidos (Alfonso es más cercano a los demócratas, sobre todo a los Clinton; su hermano José es más republicano, que apoya a figuras como el senador Marco Rubio, entre otros).
El empresario se trasladó a su país de origen en un par de visitas recientes patrocinadas por la Institución Brookings, con sede en Washington, y expresó al diarioWashington Post que deseaba buscar maneras de reunificar a la familia cubana de la diáspora y de la isla, y que estaba abierto a invertir en Cuba bajo las circunstancias correctas, donde haya un arreglo dentro de Cuba y Estados Unidos y se pueda hacer legalmente.
Pero Fanjul no es el único que ha provocado sorpresa.
Pocos días después, el candidato demócrata a la gubernatura de Florida (y ex gobernador de ese estado), Charlie Crist, se manifestó contra el bloqueo a Cuba, algo que hasta ahora casi ningún político de ese estado estaría dispuesto a declarar en público.
Afirmó que el bloqueo “no ha hecho nada en más de 50 años para cambiar el régimen en Cuba’’. Argumentó que si queremos llevar la democracia a Cuba, necesitamos alentar valores e inversiones estadunidenses ahí, no obstaculizarnos y ceder influencia a China. Florida, agregó, es el estado más dañado por el bloqueo y un cambio beneficiaría la economía estatal.
Otras voces se han sumado a ese coro en días recientes. Jorge Pérez, hombre de negocios cubano-estadunidense de amplia influencia en Miami, propuso un mayor intercambio entre artistas de Cuba y Miami, mientras que otro empresario cubano-estadunidense y ex embajador en Bélgica, Paul Cejas, dijo que era tiempo de cambiar la política y proceder diplomáticamente con La Habana, reportó El Nuevo Herald.
Todo esto refleja un cambio que ha avanzado lentamente durante años, en parte nutrido por el giro generacional dentro de la comunidad cubano-estadunidense en Miami, donde hasta la Fundación Nacional Cubano-Estadunidense, por décadas la organización que se encargaba de mantener las políticas del bloqueo, ha suavizado su postura y cuyo presidente, Pepe Hernández, no censuró las declaraciones de Fanjul.
Más allá de esa comunidad, una amplia gama de figuras de ambos partidos, así como la cúpula empresarial estadunidense, han sugerido a lo largo de los últimos años cambios y hasta la normalización de relaciones con Cuba, reflejando la opinión pública mayoritaria en este país.
El propio Barack Obama ha aludido, de manera ambigua, pero constante, a la necesidad de un cambio desde que inició su mandato; la más reciente ocurrió el pasado noviembre en Miami, donde declaró que tenemos que actualizar nuestra política hacia la isla.
Vale recordar que Obama sí aflojó restricciones de viajes y envío de remesas, y ha entablado negociaciones sobre asuntos de migración con el gobierno cubano. Ambos mandatarios han expresado su voluntad para ampliar pláticas en otros rubros. Estos avances han sido obstaculizados por la renuencia del propio Obama a evaluar el caso de los llamados ‘‘cinco de Cuba’’, debido a la situación del estadunidense Alan Gross, encarcelado por violar leyes cubanas.
Todo esto provoca reacciones casi histéricas de defensores del bloqueo, algo que se intensificó con las declaraciones recientes de Fanjul. La influyente representante federal cubano-estadunidense Ileana Ros-Lehtinen denunció como vergonzosa la posición del multimillonario. “Es patético que un magnate cubano-estadunidense… se disponga a dar a los hampones comunistas más dinero con que reprimir”, afirmó.
Su colega legislador Mario Díaz-Balart dijo estar indignado por las palabras de Fanjul, y el senador Rubio, más cauteloso, sólo se atrevió a decir, a través de un vocero, que estaba decepcionado.
Para José Pertierra, abogado, analista y veterano de algunas de las pugnas más relevantes en la relación bilateral, las declaraciones recientes de figuras tan prominentes es respuesta –parte pragmática, parte oportunista– a un giro aún no definido de la política de Was-hington hacia Cuba.
En entrevista con La Jornada, Pertierra consideró que lo de Fanjul y otras expresiones recientes es parte de un cambio que la Casa Blanca quiere que ocurra y con ello surgen nuevas voces de la comunidad cubanoestadunidense que apoyan ese cambio en política.
Disputando la afirmación de que la política hacia Cuba se define en Miami, Pertierra argumentó que los anticastristas gozan de un poder prestado porquesiempre, la política hacia Cuba fue dirigida desde la Casa Blanca y ellos emplearon a cubanoestadunidenses para apoyar esa política. Entonces, agregó, “ahora ocurre lo opuesto: la Casa Blanca no quiere levantar el bloqueo necesariamente, pero sí relajar, normalizar algunas cosas, para lo cual busca voces, y las encuentra, que apoyen ese cambio.
Estos son cubanoestadunidenses, pero con acento sobre lo estadunidense, que están siguiendo sus intereses. Fanjul es figura política, pero es un empresario y ve oportunidades en Cuba, explica Pertierra. Le conviene comercialmente, pero ahora también políticamente.
Pertierra dice que todo esto indica que “ya hemos pasado la página de la guerra fría, salvo para los individuos en Miami en que el apoyo al bloqueo es una industria”, o sea, los que se benefician con los millones de dólares que el gobierno estadunidense invierte en mantener el bloqueo.
Hay un giro, indudablemente, en la Casa Blanca y en Florida para tratar de normalizar las relaciones con Cuba. Lo que yo todavía no estoy convencido de que hay es la voluntad política para llevar a ese giro hasta el final, resumió.
Pero este giro abre las puertas a más expresiones a favor. Pertierra comenta queel clóset más grande que hay en Estados Unidos, y en Miami, es donde están todos los que quieren una relación normal con Cuba pero tienen miedo de salir a decirlo, y ahora se pueden asomar.
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