Por Marco Antonio Moreno
La Unión Europea, siguiendo una vez más a Estados Unidos, ha aplicado drásticas sanciones contra Rusia tras el referéndum del domingo pasado en el cual el 97 por ciento de la población de Crimeaoptó por independizarse de Ucrania y adherirse a Rusia. Estados Unidos y la UE, encabezada por Alemania, rechazaron el resultado, e iniciaron una cadena de hostilidades contra el Kremlin, congelando cuentas y bienes de ciudadanos de ese país. Los castigos y sanciones incluyen la amenaza de sacar a Rusia del G-8 y suspender la próxima reunión de este grupo prevista para junio en Sochi. Las amenazas buscan aislar económicamente a Rusia y esta es un arma de doble filo que podría tener serias repercusiones para Europa y, especialmente para Alemania. Esto confirma una vez más, la total necedad de la dirigencia europea, especialmente de Frau Merkel, cuyo liderazgo dictatorial solo ha profundizado una crisis que pronto cumplirá siete años en Europa, y que aún está muy lejos de resolverse.
La UE no puede permitirse sanciones deliberadas contra el gobierno ruso dado que depende en gran parte de los suministros energéticos y comerciales con este país. Por ello que las sanciones podrían volverse rápidamente contra Europa y, especialmente, contra Alemania. Una guerra comercial con Rusia resultaría altamente costosa para Alemania como indica este reportaje de Der Spiegel, que dice que durante 2013 el comercio entre ambos países llegó a los 77 mil millones de euros. Rusia suministra principalmente petróleo y gas natural a Alemania. Por su parte, Alemania exporta a Rusia productos de ingeniería mecánica, medicinas, trenes y automóviles.
Dependencia estratégica
Más de 6.000 empresas alemanas están registradas en Rusia y generan una cifra superior a los 300 mil empleos. En los últimos años estas empresas han invertido más de 20 mil millones de euros en nuevos negocios. Una parte de estas alianzas estratégicas entre las empresas de Rusia y Alemania la muestra el hecho de que el gigante químico BASF, de Alemania, tiene participaciones en los campos de gas de Siberia, mientras la rusa Gazprom obtiene a cambio las instalaciones para el almacenamiento de gas natural en el estado de Baja Sajonia. Un recrudecimiento de las sanciones sería un golpe demoledor no solo para Rusia sino también para Alemania.
La Unión Europea, siguiendo una vez más a Estados Unidos, ha aplicado drásticas sanciones contra Rusia tras el referéndum del domingo pasado en el cual el 97 por ciento de la población de Crimeaoptó por independizarse de Ucrania y adherirse a Rusia. Estados Unidos y la UE, encabezada por Alemania, rechazaron el resultado, e iniciaron una cadena de hostilidades contra el Kremlin, congelando cuentas y bienes de ciudadanos de ese país. Los castigos y sanciones incluyen la amenaza de sacar a Rusia del G-8 y suspender la próxima reunión de este grupo prevista para junio en Sochi. Las amenazas buscan aislar económicamente a Rusia y esta es un arma de doble filo que podría tener serias repercusiones para Europa y, especialmente para Alemania. Esto confirma una vez más, la total necedad de la dirigencia europea, especialmente de Frau Merkel, cuyo liderazgo dictatorial solo ha profundizado una crisis que pronto cumplirá siete años en Europa, y que aún está muy lejos de resolverse.
La UE no puede permitirse sanciones deliberadas contra el gobierno ruso dado que depende en gran parte de los suministros energéticos y comerciales con este país. Por ello que las sanciones podrían volverse rápidamente contra Europa y, especialmente, contra Alemania. Una guerra comercial con Rusia resultaría altamente costosa para Alemania como indica este reportaje de Der Spiegel, que dice que durante 2013 el comercio entre ambos países llegó a los 77 mil millones de euros. Rusia suministra principalmente petróleo y gas natural a Alemania. Por su parte, Alemania exporta a Rusia productos de ingeniería mecánica, medicinas, trenes y automóviles.
Dependencia estratégica
Más de 6.000 empresas alemanas están registradas en Rusia y generan una cifra superior a los 300 mil empleos. En los últimos años estas empresas han invertido más de 20 mil millones de euros en nuevos negocios. Una parte de estas alianzas estratégicas entre las empresas de Rusia y Alemania la muestra el hecho de que el gigante químico BASF, de Alemania, tiene participaciones en los campos de gas de Siberia, mientras la rusa Gazprom obtiene a cambio las instalaciones para el almacenamiento de gas natural en el estado de Baja Sajonia. Un recrudecimiento de las sanciones sería un golpe demoledor no solo para Rusia sino también para Alemania.
Moscú podría responder a las hostilidades congelando las cuentas bancarias de los europeos abiertas en los bancos de Rusia o incautando bienes. La escalada de una guerra económica pondría en peligro más de 300 mil empleos y acelerar la espiral descendente que se vive en el nuevo escenario de la crisis mundial tras el estallido de la burbuja crediticia en China. Las sanciones económicas contra Rusia afectarán seriamente al gobierno de Berlín. Nuevamente frau Merkel adopta un enfoque equivocado para enfrentar una crisis y, como siempre, sus decisiones terminan propinando un fuerte castigo a más de 300 millones de europeos. Por eso, y como reseña Der Spiegel, una encuesta realizada por la consultora Forsa encontró que el 70 por ciento de los alemanes rechazan las sanciones contra Rusia en relación a la crisis de Crimea.
Alemania se ha sumado al estribillo de las críticas contra Rusia desencadanas en Estados Unidos por John Kerry y el gobierno de Obama. Esta es una revancha de la Casa Blanca contra Vladimir Putin tras su exitosa campaña para detener la intromisión de las tropas estadounidenses en Siria y el escándalo de espionaje denunciado por Edward Snowden y al cual Rusia le dio asilo. El asilo a Snowden y la carta de Putin que publicó el New York Times ha sido el golpe más duro que ha recibido el gobierno de Obama. Destapar el espionaje masivo que realiza Estados Unidos fue un duro golpe a la política exterior de ese país con el resto del mundo. Esas operaciones han infligido un grave deterioro a la confianza y credibilidad de ese país. Lo insólito es que uno de los países más afectados por el espionaje ha sido Alemania, y eso quedó en el olvido tras la crisis de Ucrania.
El arma secreta del Kremlin
Pero las sanciones contra Rusia podrían tener un efecto colateral mucho más aterrador si Rusia se propone acelerar el colapso de la hegemonía del dolar. Si Rusia acepta el pago por el petróleo y gas en cualquier moneda distinta del dólar (sea el euro, el yuan, el yen, la rupia o el oro), el sistema del petrodolar se derrumbaría y con ello la hegemonía que impone Estados Unidos con el billete verde. Hasta ahora estos países siguen negociando el petroleo ruso en dólares, lo que acelera la demanda por dólares y mantiene en pie a la que debería ser la moneda más devaluada del planeta. Como hemos señalado en estos post, es el dolar el gran beneficiado con cada alza del petróleo, dado que toda alza de este importante recurso energético eleva la demanda de dólares.
Tras la decisión unilateral de Nixon de terminar con el acuerdo de Bretton Woods, en 1971, y abandonar el patrón oro que hizo del dólar la principal moneda de reserva del mundo, Estados Unidos rescató esta función con la adopción del petrodólar en 1973. Este acuerdo con los países de la OPEPobligaba a todos los países del mundo a pagar el petróleo con los dólares de Estados Unidos. Las últimas guerras iniciadas por EEUU, como la guerra contra Irak en 2003, fue justamente porque Sadam Hussein propuso un acuerdo con la UE el año 2000 para transar el petróleo en euros. A Estados Unidos esto no le convenía.
Rusia podría establecer rápidamente un acuerdo bilateral con China para comercial el petróleo y el gas en rublos y yuanes. Esa relación comercial se podría ampliar a todo el comercio, y también hacia otros países como India, Irak o Irán, con lo cual el sistema del petrodólar se derrumbaría. Este sistema ya lleva más de 40 años y los signos de su desgaste se palpan con la fuerte entrada de China para liquidar operaciones en su propia moneda. Teniendo en cuenta que China ha superado a Estados Unidos como el mayor importador de petróleo del mundo, y que Arabia Saudita se está alejando de Estados Unidos (y acercándose a China), una confrontación económica con Rusia también se devolvería como un boomerang. Estados Unidos y Alemania han equivocado la partida, sacrificando como siempre a los indefensos peones.
Pero las sanciones contra Rusia podrían tener un efecto colateral mucho más aterrador si Rusia se propone acelerar el colapso de la hegemonía del dolar. Si Rusia acepta el pago por el petróleo y gas en cualquier moneda distinta del dólar (sea el euro, el yuan, el yen, la rupia o el oro), el sistema del petrodolar se derrumbaría y con ello la hegemonía que impone Estados Unidos con el billete verde. Hasta ahora estos países siguen negociando el petroleo ruso en dólares, lo que acelera la demanda por dólares y mantiene en pie a la que debería ser la moneda más devaluada del planeta. Como hemos señalado en estos post, es el dolar el gran beneficiado con cada alza del petróleo, dado que toda alza de este importante recurso energético eleva la demanda de dólares.
Tras la decisión unilateral de Nixon de terminar con el acuerdo de Bretton Woods, en 1971, y abandonar el patrón oro que hizo del dólar la principal moneda de reserva del mundo, Estados Unidos rescató esta función con la adopción del petrodólar en 1973. Este acuerdo con los países de la OPEPobligaba a todos los países del mundo a pagar el petróleo con los dólares de Estados Unidos. Las últimas guerras iniciadas por EEUU, como la guerra contra Irak en 2003, fue justamente porque Sadam Hussein propuso un acuerdo con la UE el año 2000 para transar el petróleo en euros. A Estados Unidos esto no le convenía.
Rusia podría establecer rápidamente un acuerdo bilateral con China para comercial el petróleo y el gas en rublos y yuanes. Esa relación comercial se podría ampliar a todo el comercio, y también hacia otros países como India, Irak o Irán, con lo cual el sistema del petrodólar se derrumbaría. Este sistema ya lleva más de 40 años y los signos de su desgaste se palpan con la fuerte entrada de China para liquidar operaciones en su propia moneda. Teniendo en cuenta que China ha superado a Estados Unidos como el mayor importador de petróleo del mundo, y que Arabia Saudita se está alejando de Estados Unidos (y acercándose a China), una confrontación económica con Rusia también se devolvería como un boomerang. Estados Unidos y Alemania han equivocado la partida, sacrificando como siempre a los indefensos peones.
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