"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 16 de febrero de 2015

El doctor Alberto Roque reacciona frente a un artículo sobre el Código de Familia.

A las diputadas y diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular:


Miguel Barnet
Miriam Ofelia Ortega
Mariela Castro Espín
Raúl Suárez
Oden Marichal


Estimadas compañeras y compañeros:


Me dirijo a ustedes como ciudadano cubano para expresar mi más profunda preocupación por la reciente publicación en diferentes medios de información nacionales de artículos y coberturas periodísticas que abogan por la legitimidad exclusiva del matrimonio heterosexual, de las familias nucleares heteroparentales, a tono con el constante bombardeo de información sesgada y heteronormativa más o menos explícita sobre la maternidad y la paternidad, las bajas tasas de natalidad y fecundidad en Cuba y sobre una definición única y discriminatoria de la familia cubana.

En la edición del 14 de febrero de 2015, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba publicó a toda página en las versiones digital e impresa el artículo «Un código de amor para la familia». En el subtítulo la periodista Lisandra Fariñas Acosta dice: «Cuatro décadas después de ser promulgado, el 14 de febrero de 1975, el Código de Familia cubano sigue constituyendo un ejemplo de progresión y superioridad jurídica en América Latina».

En el contenido del texto se destaca el carácter progresista y revolucionario que, sin dudas, tuvo la promulgación del Código en 1975. También se reconoce por parte de algunas de las expertas entrevistadas la necesidad de su actualización, pero se soslaya las modificaciones propuestas por la Unión de Juristas de Cuba y la FMC en un largo proceso de casi veinte años. Tampoco se hace mención a las sugerencias realizadas desde el Ministerio de Justicia y sobre el estado actual del anteproyecto de Ley Código de Familia.

El Código de Familia vigente es conservador y obsoleto a la luz de nuestro proyecto socialista de inspiración martiana y desde las evidencias científicas disponibles. Por lo tanto requiere una actualización urgente que promueva la garantía de los derechos de un grupo numeroso de ciudadanas y ciudadanas cubanos que no nos sentimos representados en la letra y espíritu de la versión actual.

Tomando en cuenta la iniciativa legislativa que ustedes poseen como Diputados, les propongo la consideración de los siguientes aspectos:

Redefinir el concepto de familia desde un enfoque diverso, con pleno reconocimiento de las uniones entre personas de ambos géneros, de igual género y de los derechos de las personas trans a constituir familias sin la necesidad de someterse a tratamientos médicos de transición de género.

Reconocer a las familias monoparentales y monomaternales.

Ampliar el matrimonio a la unión entre personas, independientemente del género, y garantizar los derechos que de ellos se derivan sin distinción alguna. Aunque en lo personal no apruebo el matrimonio por su carácter patriarcal y asimétrico, considero que es un derecho inalienable a cualquier ciudadano y ciudadana.

Reconocimiento legal a las uniones poliamorosas, con igualdad de derechos.

Garantía a la adopción por parejas del mismo género o por una sola persona, además de flexibilizar los mecanismos legales y burocráticos para hacer expedito este derecho.

Establecer de forma explícita el derecho a las mujeres lesbianas a los procedimientos de reproducción asistida, así como a cualquier otra mujer que lo desee sin requerir la formalización legal de su relación con un hombre.
Reconocimiento de los derechos reproductivos de los hombres sin que sea imprescindible la relación afectivo-erótica con una mujer.

Redefinir la patria potestad y la guarda y cuidado hacia formas jurídicas más flexibles e individualizadas.

Reconocer el derecho a una vida plena y segura hacia el interior de las familia de las personas que no se sienten identificadas con la identidad legal de género asignada al nacer. Incluye el normal desarrollo de las y los infantes con estas características.

Hacer efectivo el compromiso de Cuba, como firmante de la Convención de Derechos del Niño y la Niña, de considerar al infante como sujeto de derecho y definir con claridad los marcos jurídicos en relación al maltrato infantil y el pleno derecho a recibir educación sobre la sexualidad con enfoque no binario (feminino/masculino) ni heteronormativo (lo heterosexual como norma e ideología).

Incluir y definir los diferentes tipos de violencia en el marco de las familias, así como sus fundamentos para su prevención y atención diferenciada.

Estos son algunos de los elementos que convertirían realmente a nuestro Código de Familia en un instrumento actualizado, revolucionario y progresista, que requiere la realidad social cubana del siglo XXI.

Sin otro asunto,

Alberto Roque Guerra

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