Por Jorge Armas
El texto “Cuba-EE.UU: Relaciones entre gobiernos y promiscuidad civil” del filósofo Emilio Ichikawa es una guía necesaria para entender cómo operan, desde la teoría, los esquemas de pensamiento sobre Cuba.
Toda perversión esconde una mirada diferenciada de lo que se considera “normal”. Emilio, en su texto traza una deriva desde lo existente, decodificando los atrezos que envuelven la reflexión cubana. En el caso del texto citado, la variación de la norma, lo que viene a ser “perverso”, no es la existencia de las posiciones que describe, es simplemente que lo haga, que las ponga en blanco y negro.
Concuerdo: “en el interés público sobre Cuba se pueden distinguir hoy dos temas dominantes:
1-Relaciones Cuba-EEUU
2-Tipo de régimen político en la isla”
y también en que “como tendencia, las posiciones adoptadas sobre los puntos anteriores en relación, pueden reducirse a tres:
A-Críticos de la normalización de relaciones entre Cuba-EEUU a la vez que críticos del régimen político de la isla
B-Defensores de la normalización de relaciones entre Cuba-EEUU y defensores del régimen político de la isla
C- Defensores de la normalización de relaciones entre Cuba-EEUU y críticos (ocasionales) del régimen político de la isla”
Me interesa la tercera, quien desee conocer de la otras, que incluyen una “D”, que lea el artículo.
Si somos rigurosos tenemos que admitir que en Cuba hay opositores políticos, pero no hay oposición. Para que esta exista es necesaria su legitimación en su contrario, la mutua aceptación por las partes y la posibilidad real de incidir en los esquemas de funcionamiento de la sociedad. Por poner un ejemplo, yendo al tema español (solo porque el texto lo refiere) hoy el PSOE es oposición porque las urnas lo dejaron en minoría, pero el PP sabe y reconoce su existencia.
El PCC sabe de la UNPACO, pero no la reconoce, y lo mismo con los más de 200 grupos opositores que “existen” en la Isla.
La oposición solo lo es si se sienta en un Parlamento, una Duma, una Asamblea. La oposición siempre está legitimada por el pueblo. Lo demás son personas o grupos que se oponen, en el caso cubano, legítimos algunos, ilegítimos los que más, ilegales todos. Oposición es un término pluripartidista, representativo, participativo. La prensa internacional nunca habla de la oposición china, siempre es “el opositor chino…” o “grupos opositores al régimen de Pekín” Para Cuba la dinámica es intentar equipararla con las fórmulas al uso en sociedades y sistemas representativos, quizás por la nostalgia constitucional del 40 o porque sí, que para el caso cubano suele ser una de las razones más recurridas.
A los opositores políticos cubanos les pasa lo mismo que al marxismo; son atinados en el diagnóstico de los problemas sociales pero carecen de soluciones viables para los mismos.
De lo que no se habla es de la existencia de una “oposición cómoda”, que vendría siendo paralela, concordante o parásita cualquier oposición reconocida.
El centro no puede ser el espacio de confusión sino de confluencia. Lamento mucho aquí tener que coincidir con algún ideólogo de la opción D; la equidistancia “se trata de una falsa simetría que coloca en el mismo plano al agresor que al agredido”. El centro no puede ser el espacio de la equidistancia. También necesita definirse.
Prefiero un esquema transversal a uno equidistante. Este ultimo juega con la cadena, nunca con el mono. Por el contrario el transversalismo político es lo que ha podido llevar a Rafael Rojas a defender la postura de que una Cuba futura debe tener “un modelo que preserve ciertas políticas, como las sociales” o mi defensa de una economía social de mercado.
La oposición cómoda es muy fácil de reconocer, se sitúa en la equidistancia de la rebeldía, por ejemplo: aboga por un acceso pleno a internet pero no pide reformas estructurales en el modo en que se eligen los representantes del pueblo; increpan a los mandos intermedios pero únicamente se oponen a lo que no molesta. La oposición cómoda suele terminar su discurso con alguna variante de la fórmula “y esto la Revolución no se lo puede permitir”
La oposición cómoda no se salta la zona de confort de la equidistancia. Aspira al protagonismo por influencia. Yo, que disiento de la disidencia, le doy el beneficio de la media-tez, digo, para justificar el palabro, de que dan, al menos, media cara.
Como Emilio admito que hay torpezas políticas que obstruyen la existencia de un espacio de interacción que conecte a unos y otros, que trace la línea reconciliatoria, que sepa que realmente es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.
La oposición cómoda me recuerda una de las más perversas frases del Padrino, cuando dice Tom Hagen “A lawyer with his briefcase can steal more than a hundred men with guns”
Donde dice “lawyer” pongan el sustantivo que te apetezca
P.S. El término “oposición cómoda” puede ser utilizado por todo aquel que quiera de acuerdo con un licencia Creative Commons, siempre que citen al autor/creador, o sea, a mi.
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