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En Cuba a diario se ve cómo en las calles, portales, locales en antaño vacíos, se han ido situando carteles y anuncios lumínicos que presentan boutiques, servicios de impresión y montaje, “clínicas” de celulares, y otras tantas cosas que hace tan solo tres años eran consideradas actividades económicas ilícitas. Estamos siendo testigos de cómo desde la base de la sociedad se van erigiendo nuevas conductas y formas de hacer en tanto se descentralizan las funciones del Estado para devolver la vida al sector no estatal de la economía. Mirando en este sentidotenemos a la pequeña y mediana empresa (PYME).
Sin ir a los cuerpos legales previos al triunfo revolucionario de 1959 (dígase Constitución de 1901 y de 1940), donde constitucional y sustantivamente se delimitaban las prerrogativas otorgadas a la empresa privada en el país como tipo económico predominante en la Isla, podemos hallar la primera traza de la pequeña empresa en Cuba en el preámbulo a la Ley 980 del 13 de octubre de 1960 de nacionalización, dondese declara incompatible la realidad revolucionaria establecida en Cuba con la existencia del capitalismo en sus formas más desarrolladas, dejando solo ese margen paralas empresas pequeñas y medias.
Estas nacionalizaciones no implicaban la liquidación inmediata ni total del sector capitalista pequeño y medio; al contrario: su presencia resultaba necesaria y viable.No obstante, a principios de 1968, con la Ofensiva Revolucionaria fueron nacionalizados aproximadamente 58 mil negocios de los pequeños productores urbanos. La actividad por cuenta propia quedó literalmente eliminada: zapateros, fontaneros, transportistas, entre tantos otros, fueron apartados de su área de especialización.
El costo económico y social de esta colectivización a gran escala es incalculable: supuso la pérdida de muchos oficios los cuales habían perdurado al paso de los años gracias a la tradición familiar; y organizó a aquella masa heterogénea en entidades bajo un régimen de dirección y control burocráticos con más jefes que subordinados, engrosando así las filas de los trabajadores no productivos dentro del Estado.
Con la desaparición de la URSS y el CAME, en Cuba se iniciaron políticas de ajuste y reforma en la base económica para superar la crisis sin precedentes a la que se enfrentaba el país no solo en el terreno económico, sino también en lo político e ideológico, y que repercutió en todos los ámbitos de la vida de la sociedad cubana y en el modo en que Cuba interactuaba con el mundo.Fue necesario pensar en nuevas formas de hacer, teniendo en cuenta que para mantener el proyecto socialista se debía, en primer lugar, sobrevivir como país.Con el Decreto 50 de agosto de 1982se instituye por primera vez la apertura a la inversión de capital extranjero después del triunfo revolucionario por la necesidad de incorporar tecnologías occidentales al proceso de industrialización ante el atraso de las procedentes del campo socialista. Con la política aperturista de laResolución sobre Desarrollo Económico del IV Congreso del Partido en 1991 y la reforma constitucional de 1992, siguieronla formación de un nuevo sector cooperativo desde las empresas agropecuarias estatales; la apertura al sector privado individual-familiar urbano; la ampliación numérica del sector campesino y, por último, la reorganización del sistema empresarial estatal en entidades mercantiles autónomas y autofinanciadas de propiedad estatal.
Desde la reaparicióndel cuentapropista en los cuerpos legales, se ha experimentado un aumento gradual de este sector en detrimento incluso del sector estatal, y se han experimentado formas incipientes de asociaciones entre trabajadores por cuenta propia que han devenido en la formación de “negocios” informales, que si bien se habían desarrollado fuera de la ley en la mayoría de los casos, no se les puede negar un alto nivel de inventiva y una capacidad de autogestión envidiable.
Por ello, en el marco de esta reevaluación harto abarcadora de los retos que enfrenta el país a lo interno y hacia lo externo, se debe considerar seriamente reconocer estas opciones más atrevidas (no por su riesgo inherente, sino porque rompen cánones obsoletos y formas de pensamiento encaminadas, no precisamente al desarrollo real del país) de gestión económica, porque en definitiva, ¿de qué depende el reconocimiento de la pequeña y mediana empresa en Cuba? Solo de la voluntad del legislador, porque tácitamente ya existen.
La PYME, acorde al Informe de la CEPAL y la OCDE “Perspectivas económicas de América Latina 2013, Políticas de Pymes para el Cambio Estructural”,es una empresa con características distintivas, y con límites ocupacionales y financieros regulados por los Estados o regiones. Son entidades independientes, con una alta relevancia en el mercado de comercio y los serviciosdada su gran adaptabilidad a cambios en los suministros y en patrones de consumo, quedando prácticamente excluidas del mercado industrial. Se pueden articular al engranaje económico de empresas grandes o estatales para maximizar ganancias y minimizar costos, y su dinamismo les imprime altos niveles de eficiencia y competitividad.Por sus propias características requieren de poca inversión y dependen de las capacidades productivas de los trabajadores.
Atendiendo al trabajo “Las PYMES y su espacio en la economía latinoamericana”,de los especialistas Ariel Batista y Teresa Machado, estas han sido valoradas en diferentes modelos socioeconómicos como la fórmula ideal para la descentralización y la oxigenación de la economía. Pudiésemos citar el caso de Vietnam, o China, cuya gestión ha sido tomada en cuenta por la dirección de nuestro país para el análisis y la posible implementación de sus experiencias en temas de diversa índole. No obstante, por la necesaria aplicación de las leyes de la dialéctica, sería simplista establecer una comparación con los modelos socioeconómicos asiáticos, que comulgan con otras realidades desde el punto de vista socioeconómico y regional, pudiendo analizar el caso de países latinoamericanos que en la última década han incrementado la presencia de las PYME en su lógica de desarrollo nacional.
Venezuelareconoce la PYME bajo la denominación de Pequeña y Mediana Industria (PYMI) en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley para la Promoción y Desarrollo de la Pequeña y Mediana Industria y Unidades de Propiedad Social de 2008, cuyo objetivo es la realización de cualquier tipo de actividad económica productiva, financiera o comercial lícita donde prevalezca el beneficio colectivo sobre la producción de capital y distribución de beneficios de sus miembros, incidiendo positivamente en el desarrollo sustentable de las comunidades.Bolivia, por su parte, destaca por ser uno de los países con mayor desarrollo de microfinanzas del mundo según el Microscopio global sobre el entorno de negocios para las microfinanzas (2° puesto a nivel global en 2009). El hecho de que gran parte de su economía sea informal y que existan pocas industrias de grandes producciones, ha permitido el surgimiento, crecimiento y desarrollo de microempresas comerciales y de servicios que reciben el apoyo financiero de distintas entidades de microcrédito altamente especializadas. En México, las MIPYME´S, reguladas en la Ley para el Desarrollo de la Competitividad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa del año 2002, constituyen el 90% de las empresas, el 42% del empleo, y contribuyen con un 23% del PIB, mientras en Perú, acorde al Decreto Ley 1086,las MYPE (micro y pequeña empresa) generan el 80% del empleo, sea formal o informal.
Estas pretendidas PYME en Cuba, atendiendo a lo señalado por los Drs. Pavel Vidal Alejandro y Omar Everleny Pérez Villanueva en su ponencia para el Seminario del Centro de Estudios de la Economía Cubana en el año 2011 “Relanzamiento del cuentapropismo en medio del ajuste estructural”, promoverían el desarrollo de capacidades productivas, habilidades de gestión y nuevas actitudes en el imaginario social nacional, así como un sentido de pertenencia y una elevación de la autoestima colectiva, debido a verse en capacidad de resolver problemas no solo relacionados con sus nacientes empresas, sino en el ámbito personal debido al necesario estímulo salarial recibido acorde al esfuerzo que ponga en su trabajo. Serán además, importantes espacios para poner en práctica y desarrollar habilidades creativas e intelectuales, en particular las relativas a la administración e innovación, igualmente, servirán para promover un comportamiento más proactivo entre los cubanos.
La fusión de la empresa estatal y la PYME no implica un peligro para la empresa estatal ni el debilitamiento de su liderazgo, menos aún su obsolescencia. Por el contrario: debido a que son las empresas estatales las que cuentan con mayores posibilidades de incorporar el nuevo patrón tecnológico, continuarán siendo líderes. La integración facilita la supervivencia de la empresa estatal al posibilitar su control y coordinación del proceso productivo, y de igual forma, una mayor capacidad de trabajo y complementariedad con las PYME.De esta forma, el Estado podrá encontrarse en mejor posición para dedicar sus recursos a la sustitución de las importaciones al fomentar mediante la demanda efectiva de las empresas estatales, una producción nacional descentralizada en numerosas PYME. Los gobiernos locales pueden facilitar su acceso a servicios de apoyo y clientes creando un registro central que sea de fácil acceso y facilite el establecimiento de relaciones horizontales y verticales entre ellas, y una institución de fomento de las PYME que representesus intereses ante las instituciones estatales y facilite servicios importantes para su éxito. Sumar a esto la creación de un mercado de insumos con precios adecuados y surtidos variados y estables; de una estrategia de capacitación y administración mediante la contratación de administradores, consultores, o permitir a cuentapropistas y cooperativas que puedan brindar estos servicios.
Por último, es necesario apuntar que aparejado al reconocimiento de la personalidad jurídica de estas PYME debe diseñarse una Legislación e instituciones que velen por el derecho laboral de esta nueva masa trabajadora: salario mínimo, vacaciones y otros beneficios, duración máxima de jornadas de trabajo, seguridad y protección. Podríamos pensar, tras una ojeada al Anteproyecto de Código de Trabajo que se encuentra debatiéndose desde hace casi un año, que el asunto está zanjado, pero para velar por su cumplimiento, es necesario fortalecer los sindicatos y organizaciones que representen los intereses de esos trabajadores y su derecho al trabajo como derecho humano fundamental sin el cual no puede hablarse de libertad.
Contrario a lo que se ha intentado difundir, y ya se piensa, una pequeña y mediana empresa no es una cooperativa, mucho menos de segundo grado. En el trabajo Llegaron las PYMES cubanas y también sus limitaciones se analiza el tan popular Decreto Ley 305 de 2012, que cimenta la base sobre la cual se erigirán las mal denominadas Cooperativas No Agropecuarias, si tenemos en cuenta que, excluyendo a Cuba de esta generalización, una Cooperativa no está limitada a la actividad agropecuaria, por lo tanto, no hay algo más desatinado que ponerle apellidos a una institución que recién ahora, se está extendiendo a lo que siempre debió haber sido: una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para formar una organización democrática cuya administración y gestión debe llevarse a cabo de la forma que acuerden los socios, y cuyo objeto social o actividad corporativizada se base en la diversidad de necesidades y aspiraciones (trabajo, consumo, comercialización conjunta, enseñanza, crédito, etc.) de los socios. Incluso se deben regir por Principios Cooperativos fundados desde 1895 por la Alianza Cooperativa Internacional.
No obstante, ya sea dentro del sector estatal o el privado, ya sea empresa o cooperativa en cualquiera de sus variantes, no se puede perder de vista que, en última instancia,seránla práctica transformadora y creadora, la iniciativa legislativa y su correcta implementación los mecanismos que garantizarán que sean los resultados del trabajo lo que defina la realización a la que seamos capaces de llegar en Cuba, un país en cambio, en necesaria reedición de formas.
Por: Yeline Ramos González
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