El innovador sistema monetario representa un aporte significativo a la transformación gradual de las relaciones comerciales y económicas actuales
Por Ledys Camacho Casado
Cuando el Comandante bolivariano Hugo Chávez instó durante la VII Cumbre extraordinaria del ALBA, en Caracas, en abril 2009, a incorporarse al SUCRE (Sistema Unitario de Compensación Regional) “para así lograr un desarrollo armónico, integral y soberano de la región, acorde con nuestras propias necesidades y en beneficio de nuestros pueblos”, lo hacía convencido de que este sería un paso muy alentador para solucionar la desigualdad y avanzar en la construcción de un nuevo orden financiero y económico internacional.
Fundado sobre la cooperación, solidaridad, complementariedad, respeto a las soberanías de los pueblos y la inclusión social, el innovador sistema monetario representa un aporte significativo a la transformación gradual de las relaciones comerciales y económicas actuales, a nivel global, signadas no sólo por términos de intercambio desiguales sino también por la lógica de un modelo que escatima el bienestar de los pueblos en función del interés de unos pocos.
Destinado a reforzar el proceso integracionista de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), el mecanismo, con una orientación radicalmente distinta, prevé expandir el comercio intrarregional sobre bases de colaboración productiva, que favorezcan la reducción de las asimetrías entre sus naciones integrantes, que en un principio fueron Bolivia, Ecuador, Venezuela, y Cuba, secundadas luego por Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas. (El mercado total abarca a unos 78 millones de habitantes).
Significa que en solo tres años de gestión, el Sucre aumentó de manera significativa su intervención en el intercambio mercantil de las naciones miembros de la ALBA, al promover un esquema comercial de nuevo tipo, como parte de un proceso de integración económica y monetaria sin precedentes en esta zona geográfica.
Desde un principio, el valor respecto al dólar se estableció en 1,25 y está respaldado por la asignación de cada país en moneda nacional y otra en divisas que son utilizados por los bancos centrales.
El SUCRE sirve como sistema monetario virtual para las operaciones comerciales de productos agrícolas, químicos, línea blanca, piezas de vehículos, medicamentos, textiles, alimentos, fertilizantes e insumos de construcción, entre otros, y, según opinan expertos de la región, se ha convertido en un instrumento fundamental para el intercambio entre los países miembros de la ALBA.
Fue precisamente un contrato entre Caracas y La Habana el que abrió la actuación de esa moneda con carácter virtual hasta el momento, respaldada por la creación de las grannacionales, en sectores como la alimentación u otros proyectos que propendan al financiamiento de las exportaciones de rubros nacionales.
Se considera en la actualidad ua plataforma comercial ágil, efectiva y segura, que apuntala el desarrollo inclusivo, solidario y soberano de sus miembros, tendente a la consolidación y fortalecimiento de las economías de la región, gracias a la interconexión de sistemas financieros que favorece la incorporación de pequeños y medianos empresarios a las actividades del comercio exterior.
Constituye, además, un mecanismo que fortalece las redes de interdependencia bancaria, generador de mejores condiciones para proteger las economías de nuevas crisis financieras globales, el SUCRE es también una expresión de la voluntad de los países de la ALBA-TCP de avanzar en la construcción de un nuevo orden financiero y económico internacional, signado por la cooperación, solidaridad, complementariedad, respeto a la soberanía de los pueblos y la inclusión social.
El sistema que está en franco crecimiento y expansión tiene tres instancias: el Consejo Monetario Nacional, la Cámara Central de Compensación y Pagos, y el Comité de Fondo de Reservas y Convergencia Comercial.
El Consejo representa el máximo órgano donde los miembros tienen el mismo derecho, independientemente del volumen comercial de que dispongan, lo cual no ocurre con otros mecanismos financieros capitalistas como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, donde los que más aportan, controlan a su antojo las negociaciones
La tramitación de operaciones mediante el SUCRE la cumplen en cada país, entidades bancarias, públicas o privadas, facultadas para operar con el sistema y, son estos Bancos Operativos Autorizados los que atienden los requerimientos del importador o exportador.
Con la luz larga puesta, es incuestionable afirmar que este instrumento monetario permite ahorrar divisas y reducir la influencia del dólar estadounidense en las operaciones comerciales, mejora la eficiencia de los sistemas financieros nacionales al agilizar las transacciones entre los países y reducir los costos de intermediación en el comercio intrazona, estimula la participación de las pequeñas y medianas empresas, así como de las organizaciones comunales en la actividad de comercio exterior.
Su alcance llega hasta el impulso del proceso de integración económica latinoamericana, gracias al financiamiento de las actividades con mayor complementariedad entre las naciones miembros, la reducción de las asimetrías estructurales entre sus economías y el incremento de la capacidad y transformación productiva en el interior de los países, con el fin de implantar una nueva arquitectura financiera regional.
El SUCRE es un mecanismo de cooperación, integración y complementación económica y financiera, destinado a la promoción del desarrollo integral de la región latinoamericana y caribeña, pues, entre sus ventajas, destacan las de minimizar costos y riesgos cambiarios para las empresas y simplificar las transacciones comerciales y financieras entre importador y exportador con la consecuente reducción de los tiempos de espera para pagos internacionales.
Además, facilita la liquidación inmediata de las obligaciones adquiridas, acorta la diferencia entre la fecha valor aplicada a las adquisiciones y cesiones de divisas y maximiza el flujo de caja de la tesorería de las entidades.
Otros puntos a favor de este sistema de pagos son, propiciar el comercio intrarregional y la reducción de las asimetrías a partir de la inversión en proyectos conjuntos y la aplicación de mecanismos que los faciliten, propender a un menor uso de las divisas en el comercio exterior entre las naciones que lo aplican y permitir una disminución de los riesgos cambiarios.
Calificado como un sistema ágil y moderno que permite realizar los pagos en tiempo real, el SUCRE también posibilita el uso de la moneda local para las importaciones y no altera el funcionamiento de las empresas y bancos comerciales al resultar un mecanismo de compensación de pagos entre bancos centrales.
Por Ledys Camacho Casado
Cuando el Comandante bolivariano Hugo Chávez instó durante la VII Cumbre extraordinaria del ALBA, en Caracas, en abril 2009, a incorporarse al SUCRE (Sistema Unitario de Compensación Regional) “para así lograr un desarrollo armónico, integral y soberano de la región, acorde con nuestras propias necesidades y en beneficio de nuestros pueblos”, lo hacía convencido de que este sería un paso muy alentador para solucionar la desigualdad y avanzar en la construcción de un nuevo orden financiero y económico internacional.
Fundado sobre la cooperación, solidaridad, complementariedad, respeto a las soberanías de los pueblos y la inclusión social, el innovador sistema monetario representa un aporte significativo a la transformación gradual de las relaciones comerciales y económicas actuales, a nivel global, signadas no sólo por términos de intercambio desiguales sino también por la lógica de un modelo que escatima el bienestar de los pueblos en función del interés de unos pocos.
Destinado a reforzar el proceso integracionista de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), el mecanismo, con una orientación radicalmente distinta, prevé expandir el comercio intrarregional sobre bases de colaboración productiva, que favorezcan la reducción de las asimetrías entre sus naciones integrantes, que en un principio fueron Bolivia, Ecuador, Venezuela, y Cuba, secundadas luego por Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas. (El mercado total abarca a unos 78 millones de habitantes).
Significa que en solo tres años de gestión, el Sucre aumentó de manera significativa su intervención en el intercambio mercantil de las naciones miembros de la ALBA, al promover un esquema comercial de nuevo tipo, como parte de un proceso de integración económica y monetaria sin precedentes en esta zona geográfica.
Desde un principio, el valor respecto al dólar se estableció en 1,25 y está respaldado por la asignación de cada país en moneda nacional y otra en divisas que son utilizados por los bancos centrales.
El SUCRE sirve como sistema monetario virtual para las operaciones comerciales de productos agrícolas, químicos, línea blanca, piezas de vehículos, medicamentos, textiles, alimentos, fertilizantes e insumos de construcción, entre otros, y, según opinan expertos de la región, se ha convertido en un instrumento fundamental para el intercambio entre los países miembros de la ALBA.
Fue precisamente un contrato entre Caracas y La Habana el que abrió la actuación de esa moneda con carácter virtual hasta el momento, respaldada por la creación de las grannacionales, en sectores como la alimentación u otros proyectos que propendan al financiamiento de las exportaciones de rubros nacionales.
Se considera en la actualidad ua plataforma comercial ágil, efectiva y segura, que apuntala el desarrollo inclusivo, solidario y soberano de sus miembros, tendente a la consolidación y fortalecimiento de las economías de la región, gracias a la interconexión de sistemas financieros que favorece la incorporación de pequeños y medianos empresarios a las actividades del comercio exterior.
Constituye, además, un mecanismo que fortalece las redes de interdependencia bancaria, generador de mejores condiciones para proteger las economías de nuevas crisis financieras globales, el SUCRE es también una expresión de la voluntad de los países de la ALBA-TCP de avanzar en la construcción de un nuevo orden financiero y económico internacional, signado por la cooperación, solidaridad, complementariedad, respeto a la soberanía de los pueblos y la inclusión social.
El sistema que está en franco crecimiento y expansión tiene tres instancias: el Consejo Monetario Nacional, la Cámara Central de Compensación y Pagos, y el Comité de Fondo de Reservas y Convergencia Comercial.
El Consejo representa el máximo órgano donde los miembros tienen el mismo derecho, independientemente del volumen comercial de que dispongan, lo cual no ocurre con otros mecanismos financieros capitalistas como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, donde los que más aportan, controlan a su antojo las negociaciones
La tramitación de operaciones mediante el SUCRE la cumplen en cada país, entidades bancarias, públicas o privadas, facultadas para operar con el sistema y, son estos Bancos Operativos Autorizados los que atienden los requerimientos del importador o exportador.
Con la luz larga puesta, es incuestionable afirmar que este instrumento monetario permite ahorrar divisas y reducir la influencia del dólar estadounidense en las operaciones comerciales, mejora la eficiencia de los sistemas financieros nacionales al agilizar las transacciones entre los países y reducir los costos de intermediación en el comercio intrazona, estimula la participación de las pequeñas y medianas empresas, así como de las organizaciones comunales en la actividad de comercio exterior.
Su alcance llega hasta el impulso del proceso de integración económica latinoamericana, gracias al financiamiento de las actividades con mayor complementariedad entre las naciones miembros, la reducción de las asimetrías estructurales entre sus economías y el incremento de la capacidad y transformación productiva en el interior de los países, con el fin de implantar una nueva arquitectura financiera regional.
El SUCRE es un mecanismo de cooperación, integración y complementación económica y financiera, destinado a la promoción del desarrollo integral de la región latinoamericana y caribeña, pues, entre sus ventajas, destacan las de minimizar costos y riesgos cambiarios para las empresas y simplificar las transacciones comerciales y financieras entre importador y exportador con la consecuente reducción de los tiempos de espera para pagos internacionales.
Además, facilita la liquidación inmediata de las obligaciones adquiridas, acorta la diferencia entre la fecha valor aplicada a las adquisiciones y cesiones de divisas y maximiza el flujo de caja de la tesorería de las entidades.
Otros puntos a favor de este sistema de pagos son, propiciar el comercio intrarregional y la reducción de las asimetrías a partir de la inversión en proyectos conjuntos y la aplicación de mecanismos que los faciliten, propender a un menor uso de las divisas en el comercio exterior entre las naciones que lo aplican y permitir una disminución de los riesgos cambiarios.
Calificado como un sistema ágil y moderno que permite realizar los pagos en tiempo real, el SUCRE también posibilita el uso de la moneda local para las importaciones y no altera el funcionamiento de las empresas y bancos comerciales al resultar un mecanismo de compensación de pagos entre bancos centrales.
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