Si mañana la CIA, la NSA o la mismísima FNCA invitara a un evento donde pudiéramos hablarle a un grupo de personas sobre la realidad cubana, no dudaríamos un momento en asistir. Ellos podrán tener sus intenciones, pero no podrán poner en nuestra boca palabras que no queramos decir. Replegarse, esconderse, atrincherarse no puede ser la solución, cuando desde hace tiempo sabemos que esta guerra es de estrategia e ideas.
La cuestión no es aceptar o no las “armas del enemigo” sino el uso que se les da. Una de las razones por las que el gobierno de los Estados Unidos no ha podido cumplir sus sueños de crear una oposición real en Cuba es porque sus acólitos han actuado solo por dinero. Siguiendo la voz del amo y sin opiniones propias. Seguramente anhelan encontrar gente joven que quiera oponerse a la Revolución por convicción, pero les va costando mucho trabajo.
Por esto días se crea la polémica sobre la asistencia de un grupo de cubanos a un evento en Alemania y de proyectos periodísticos relacionados con el mismo. El problema no es el evento en sí, sino lo que hay detrás del mismo. Si existen pruebas de que Reporteros sin Fronteras está detrás de eso, pues que se denuncie, pero que no se intente crucificar a los asistentes al evento solo por estar. ¿O seguiremos creando daños colaterales en Cuba?
La izquierda siempre estará en desventaja en cuanto a atención mediática se refiere. No creemos en la teoría de que asistir a un evento de la Derecha lo legitime. Si no vamos nosotros entonces quedará ese espacio ahí para que lo llene otro, con un mensaje que nos haga daño.
Es derecho de cada cual aceptar o no el dinero que le brinden. Su inteligencia y su conciencia le permitirán hacer lo correcto, incluso Fidel puede contarnos cómo se hace revolución con las armas del otro, lo que no está bien es burlarse de la inteligencia de los demás. Es legítimo que aquí en Cuba, un bloguero le diga a algún funcionario que seguirá escribiendo con responsabilidad y criticando lo mal hecho, pero decir en una entrevista en el exterior que “eso ya no me lo pueden prohibir”, parece más una bravuconería que un reclamo de derechos.
No está mal denunciar la subversión que se hace a nuestro intento de gobernarnos sin patronazgo foráneo, sin vergüenza porque eso “nos marque” pero al hacerlo debemos ser precisos y justos en no provocar los daños colaterales. Algunos textos escritos con demasiado entusiasmo pueden provocar un efecto menor y otras respuestas más emocionales que explicativas, incrementan las dudas. No olvidar que algunos se alimentan con este tipo de polémicas, adoptan una posición de víctimas y terminan atrayendo más seguidores. Lo más importante es siempre la obra que hace dada uno, qué contenido se genera y a quién beneficia.
Bienvenidos sean todos los espacios que podamos disputarle a los oportunistas que antes hablaban a nombre de un país que no comulga con ellos y su versión extremadamente negativa de nuestra realidad.
Acudamos entonces a estos escenarios pero conscientemente, que la ingenuidad a veces es normal y hasta conveniente pero ayuda poco al periodismo comprometido (no es lo mismo que dócil) que tanto necesitamos en Cuba. Hay que ganar terreno evitando venderle el alma al diablo y evitar que surja un Fausto pero siempre con el cuidado de no ser injustos con jóvenes valiosos para construir este país. Al menos esta es nuestra filosofía de vida.
(Las opiniones expresadas en este artículo reflejan solo el pensamiento de los tres administradores de La Joven Cuba)
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